Hombres y mujeres, grandes y pequeños, fuertes o débiles, buenos o malos, asesinos o justos, santos o pecadores: la vida de cualquier persona, por haber sido creada a imagen y semejanza de Dios, tiene su interés. Tal vez, hasta esté ahí una explicación del éxito de las redes sociales.


Cada uno, cada una traza su historia que nace y muere dentro de la propia individualidad o se expande y tiene una repercusión universal. Y cuanto más alto sea el llamado de Dios, tanto más difícil es trazar el perfil de un personaje.
Su muerte fue un paso tranquilo para la eternidad y es de ahí que viene su título de protector de los enfermos, agonizantes y abogado de los moribundos.
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