“Por un privilegio enteramente singular, Ella venció el pecado con su Concepción Inmaculada; y por tal motivo no estuvo sujeta a la ley de permanecer en la corrupción del sepulcro, ni tuvo que esperar la redención del cuerpo hasta el fin de los tiempos”.

(Pio XII en la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus)

 En esta gran fiesta mariana – que es además el día de las religiosas y consagradas- un grupo de colaboradoras de los Heraldos del Evangelio, de Valparaíso, Villa Alemana, Quilpué, Viña del Mar, Reñaca y Concón, junto con sus familiares, renovaron su consagración a Nuestro Señor Jesucristo por las manos de María según el método de San Luis Grignon de Monfort.

Es una devoción que fue fervorosamente practicada e incentivada por el Papa Juan Pablo II, de feliz memoria, porque es el camino más seguro y fácil para llegar a Jesucristo. Asimismo señaló su Santidad que dicha práctica, no es exclusiva para los religiosos o personas que participan en algún movimiento de la iglesia, sino, para todo el mundo.

La Santa Misa fue celebrada por el Padre Pablo Beorlegui, EP.; quién, en la homilía, acentuó que aquel que tiene devoción a la Santísima Virgen vive siempre su actividad diaria según el espíritu evangélico de la Caridad. Y que, por medio de esta devoción, somos llamados a llevar la paz virginal de María Santísima a las fronteras del dolor donde los más necesitados son acogidos y consolados por este apostolado. Recalcando que precisamente esa era la labor a la que se dedicaban en la diócesis aquellos que en ese día renovaban su consagración.

A continuación algunas fotos…

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