Durante las vacaciones de invierno un grupo de jóvenes participantes de los Heraldos del Evangelio realizaron una excursión a casi 3.000 metros de altura, la intención era encontrar donde se une el cielo con la tierra. Y este fue el momento auge de la curiosa aventura, pues donde se une el cielo con la tierra es en la Santa Misa, el convivio con Dios por medio de la Eucaristía. La novedad fue haberla asistido en donde Dios mismo se manifiesta con gran majestad y esplendor por medio su creación, la majestuosa cordillera cubierta de la más alba y pura nieve.

Está de más decir que este bendecido convivio se prolongó también durante las demás actividades de la jornada. 

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